Reseña de «El Sagrado Corán y Su Interpretación Comentada» por M. Fethullah Gülen

El Corán es el mensaje milagroso e incomparable de Dios enviado a toda la humanidad a través de Su último Mensajero. Con el Corán, Dios ha demostrado a la humanidad, por última vez, un atajo hacia Su complacencia. Nos ha dado a conocer acerca de Su Esencia, Atributos y Nombres. Él ha expresado de la manera más explícita, y sin dar lugar a malentendido alguno, Su voluntad de ser conocido y reconocido del modo correcto, de ser creído y venerado. Dios Todopoderoso ha puesto énfasis en los deberes y las responsabilidades de los creyentes, mientras que enardece los corazones y estremece las almas con Su promesa de castigo y recompensa. Ha presentado el Corán como muestra de perfección y conclusión, y como una órbita en torno a la cual se gira para alcanzar Su complacencia a la vez que ha accedido a ofrecernos este regalo como el mayor cumplido jamás concedido o que se concederá a alguien. El Corán es el más radiante y permanente de entre los centenares de milagros concedidos al Señor de la creación, la paz y las bendiciones sean con él. Además de su maravilloso discurso, expresión y estilos expresivos, su disciplina social, sus normas legales, sus principios morales de buena conducta y educación, su análisis de la creación entera, incluyendo especialmente a la humanidad, sus numerosas alusiones e indicaciones respecto a los fundamentos de casi todas las ciencias —que a veces son incluso presentadas de modo manifiesto— así como las alternativas que ofrece a numerosos problemas administrativos, económicos y políticos, el Corán es la última fuente de referencia para cada persona y para todas las épocas. Es una fuente impoluta de infinito recurso; un océano extenso que nunca podrá ser atenuado ni empañado ni siquiera por la más difícil e inmunda de las eras.

Con todo respeto hacia su esplendor, tengo que confesar mi incapacidad e insuficiencia para explicar con detalle la profundidad de significado y la riqueza de expresión y estilo del Corán. Han sido dedicados al Corán un considerable número de obras y estudios, y muchos más se realizarán. No hay duda de que todos estos estudios presentan un contenido valioso para cualquier persona que busque captar lo esencial del significado del Corán y creer en su mensaje, y que reflejan el orden del Islam en su esencia verdadera. Sin embargo, no sería correcto que alguien pretendiera haber logrado una interpretación perfecta del contenido infinito de este atlas expositivo de la humanidad, del Universo y de la Verdad Divina. El Corán puede ser interpretado solamente en la medida en que la Palabra Divina y celestial puede ser interpretada por el juicio humano. Por consiguiente, aunque no parezca posible elucidar este inmenso atlas en los límites de un artículo, no podemos permanecer indiferentes al Corán o descuidar su estudio con la excusa de que nuestras interpretaciones son deficientes o que el poder de nuestro discurso es inadecuado. Cada uno tiene el derecho de estudiar el Corán, es más, es un deber para los que están dotados de conocimiento necesario y preciso. Debemos trabajar más arduamente para entender mejor el Corán, mientras que los eruditos deben de manejar toda su capacidad de percepción y sus sensaciones a fin de entenderlo y de transmitir su mensaje, permitiendo que una audiencia más amplia aprenda más de él. Ciertamente, el Corán es el regalo más grande de la Misericordia de Dios a la mente humana, con el fin de que sea entendido y trasmitido a otros. Entender el Corán es tanto un deber como un acto de gratitud, mientras que trasmitir su mensaje a esos corazones faltos de su luz es un prerrequisito de respeto y fidelidad.

El Corán es un milagro de la elocuencia honrado con el mérito de ser la voz de todas las eras. Es la expresión más luminosa del Discurso Divino, alrededor de cuya luz los ángeles revolotean como mariposas. Si tomamos en consideración su Fuente y el propósito de su revelación, sus primeros representantes y el impacto que deja en los corazones, debemos darnos cuenta de que no se trata de un libro cualquiera que podemos ignorar. Cuando el Corán habla, los ángeles caen presos de una silenciosa vigilia, los seres espirituales se postran y los genios («yinn»), encantados con su voz, salen a los desiertos para encontrarse con él.

El Corán es la expresión y la explicación de las leyes de la creación de Dios o de la «naturaleza» y la fuente más firme e inmutable de normas y pilares religiosos. El Corán es el Libro incuestionable que incluye los criterios más fidedignos para estudiar la existencia (el Universo entero y la humanidad). Por lo tanto, para todo problema individual, familiar, social o ético debemos buscar sabiduría e iluminación en el Corán; el cual declara a viva voz que su fuente es el Conocimiento que todo lo abarca del Omnisapiente, Quién todo lo sabe con sus causas y resultados. El Corán ha cautivado a todo aquel a quien su voz ha alcanzado —siempre que no estuviese lleno de prejuicios—, por su perspectiva, discurso y estilo integrales, la amplitud de su contenido y significado, sus delicadas expresiones, su mágica exposición en proporción con los diferentes niveles de conocimiento y comprensión, y su capacidad para penetrar en las almas. Ni sus amigos ni sus enemigos han podido crear nada parecido, con un estilo similar o una expresión semejante en grandiosidad, los primeros motivados por la imitación y los últimos habiendo sucumbido a la furia para estrangular su voz, pese a sus esfuerzos a lo largo de casi catorce siglos y a pesar de usar el mismo material y concentrarse en las mismas cuestiones. Sus obras nunca han podido superar la artificialidad que las caracteriza; nunca han sido apreciados por los maestros literatos; y nunca han evocado una influencia duradera o eficaz.

El Corán está dotado de tal armonía sumamente musical y de unas correlaciones tan delicadas entre los temas que trata, ya estén interrelacionados o aparentemente inconexos, que uno puede darse cuenta con el mínimo esfuerzo del pensamiento comprensivo de que muchos asuntos aparentemente sin relación tienen puntos de conexión. La maestría del discurso pertenece al Corán, al que ninguna personalidad literaria puede desafiar, y permite a la audiencia imparcial y capaz de juzgar con cierto razonamiento obtener algo del mismo, sumergiéndoles en una contemplación más profunda y más allá de los horizontes de sus pensamientos. Si por una vez pudiesen juzgar con equidad y permitir a sus almas sumergirse en esta cascada celestial de expresión, todas las demás voces se convertirían en meros murmullos.

Por encima de todo, el Corán proviene de un Conocimiento que todo lo abarca. Contiene y explica el significado y el contenido de la existencia humana y la no humana, de la humanidad, naturaleza y de todos los mundos. Es a la vez lengua e intérprete del propósito de su creación. Se dirige a las variopintas dimensiones de su auditorio al mismo tiempo. Cuando se dirige a la mente, no descuida hablarle al corazón en su propio lenguaje; cuando apela a la consciencia, no deja de lado las emociones; cuando conversa con las facultades del razonamiento y de la lógica, no deja al alma sin favor alguno. Todas las facultades y sentidos, externos e internos, se benefician del Corán, el cual da a cada uno su parte sin dar lugar a ninguna privación ni contradicción. Todos reciben su parte de este ágape celestial; cada uno en el grado de su capacidad y gozando de la composición más armoniosa.

Todas las Escrituras Divinas, especialmente antes de que las interpolaciones humanas fuesen mezcladas con los textos originales, poseían el mismo enfoque integral y la misma calidad exhaustiva. Sin embargo, la superioridad y la amplitud del Corán son evidentes en proporción a la profundidad y el espíritu del profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él. No es posible de ninguna manera mostrar otro libro divino o humano que le supere en contenido y capacidad. En modo alguno es una exageración afirmar su exclusividad cuando, refiriéndose a la humanidad, el Universo y la Divinidad, lo hace del modo más abarcador y de la manera más exquisita, a la vez que, a su manera, los interpreta sintética y analíticamente de modo excelente.

Todos los asuntos que el Corán aborda constituyen los tesoros más valiosos de las realidades referentes a la Divinidad y al Reino de la Creación. Algunas de estas verdades son decisivas o explícitas en cuanto a significado y contenido, y otras son sucintas, metafóricas y alegóricas, y su explicación incumbe a quien trajo el Corán, la paz y las bendiciones sean con él, y a los eruditos agraciados con inspiración. El Corán nunca complica ninguno de los temas que presenta o analiza. Presenta los asuntos referidos a fundamentos de la fe, la devoción, la moralidad y los principios básicos de la vida individual y social de modo claro y sucinto. Mientras tanto, en los asuntos que demandan una consideración integral, una reflexión y una cuidadosa ponderación, exige un examen y un escrutinio más profundos, y sugiere encomendarse a Dios. Y no aprueba asimismo el hecho de sobrellevar la carga de asuntos graves cuya responsabilidad uno es incapaz de asumir. Cuel araña de luces mágica que cada vez brilla con más intensidad, es una vía para nuevos descubrimientos en diferentes sintonías a medida que los corazones y las mentes van profundizando; ofreciendo así regalos Divinos de todo tipo a nuestros sentidos internos y externos. Con sus bendiciones e inspiraciones en constante aumento, convirtiéndose la lluvia ligera en diluvio, con su belleza infinita y sus refulgentes luces, el Corán derrama un festín tras otro sobre aquellos que lo estudian y meditan.

La verdadera comprensión de la existencia y de lo que reside más allá de la dimensión sensorial del Cosmos, y también de la humanidad y sus profundidades espirituales, son posibles solamente a través del Corán. En su brillante dominio se descubre un pensamiento recto y verdaderas fuentes de reflexión, de tal modo que se evitan los círculos viciosos del engaño y los juicios erróneos basados en la probabilidad. No hay otra fuente de conocimiento que esté libre de error, incertidumbre o duda excepto esta milagrosa Palabra de Dios, el Conocedor de Lo Oculto. El Corán explica y presenta todo de manera explícita, sencilla y correcta. Nos permite entender que somos nosotros los que cometemos errores evaluando los asuntos, dando lugar a juicios contradictorios, y llenando los vacíos encomendados a la reflexión. Entender e interpretar el Corán correctamente no sólo es una obligación que nos incumbe, sino también un requisito de nuestra fidelidad hacia el mismo. El cumplimiento de este deber y acto de fidelidad está íntimamente relacionado con la erudición de cada individuo apto y bien capacitado, así como con su dedicación a Dios. Tales individuos se sumergen en este vasto océano con suma sinceridad y devoción buscando la complacencia de Dios y desvelando la verdad para que así prospere. Se dirigen hacia este horizonte infinito con precaución, compostura, pensamiento abarcador y sin entregarse a su lado carnal. El Mensajero, que trajo de Dios el Corán, es su primer y más grandioso guía; asimismo siguen a los piadosos eruditos de las primeras generaciones del Islam tomando en consideración sus expresiones, las cuales son decisivas y explícitas en significado y contenido. De ese modo son menos susceptibles de caer en el error; y sus esfuerzos para lograr la complacencia de Dios son recompensados con un tratamiento especial. Sus interpretaciones y explicaciones del Corán constituyen un matiz y un adorno de singularidad coránica.

Por otra parte, el Corán no puede ser explicado tal y como merece debido a su rango y excelsitud con un árabe rudimentario y el limitado alcance de los diccionarios. Tal tentativa sería también una falta de respeto manifiesta a este monumento del discurso divino. Debe ser traducido a otras lenguas tal y como es requerido. Todo lo relativo a la exposición coránica (tafsir) ha de ser excelentemente conocido, y antes de que se manifieste, cada tafsir debe ser cotejado con las sublimes ciencias islámicas. Lo que no debemos hacer es rebajar la ilimitada inmensidad y profundidad de la Palabra Divina a nuestro nivel de percepción y expresión con la excusa de que la hemos traducido para beneficio de todos.

Mientras que es un deber y un acto de gratitud o de respeto hacia el Corán que los expertos hagan que el Corán sea conocido a todos a través de su exposición, interpretación o comentario, tal tentativa sería un acto de insolencia suprema si no se posee un gran dominio de la gramática árabe, los principios de la retórica o elocuencia, conocimiento de la exposición coránica (tafsir), metodología de la ciencia del hadiz (tradiciones y dichos del Profeta) y jurisprudencia islámica (fiqh). El Corán no puede ser traducido como si de una novela se tratase. Incluso la traducción de una novela precisa de un experto de este género literario.

Forjando el camino hacia una interpretación válida del Corán, lo mejor es plantear qué es una «traducción», y qué significa tafsir («exposición») y ta’wil («comentario»).

La traducción es la versión de un texto u oración de una lengua en otra, preservando el significado. Una traducción exacta sería transferir el significado exacto de cada palabra —si ello fuese posible— manteniendo las relaciones entre las combinaciones de palabras. Por otra parte, una mera traducción literal de las palabras o una traducción exclusivamente semántica sería una traducción deficiente.

Hasta cierto punto, podemos también hablar de programas de traducción computarizada. Sin embargo, la actual tecnología o aquella que todavía está por llegar no pueden ser de gran ayuda en la traducción de obras de considerable carácter literario. Considérese pues la situación si el texto en cuestión es la Palabra de Dios, la cual está dirigida a todas las épocas, circunstancias y niveles, y por lo tanto cuya exposición en toda su profundidad depende considerablemente del tiempo, la inspiración y las circunstancias. Algunas obras literarias son imposibles de traducir con exactitud. Por consiguiente, está claro que no hay manera de que el Sagrado Corán, con su inmensa profundidad, pueda llegar a ser expresado mediante una mera traducción.

Muchos eruditos y estudiosos musulmanes, incluido Bediüzzaman Said Nursi, opinan que es imposible traducir el Corán, debido a las ya mencionadas consideraciones y otras muchas más. Otros, por otra parte, abordan el tema con cautela, pero con más moderación, a condición de que los requisitos previamente mencionados sean respetados.

El difunto Hamdi Yazır, un erudito turco del Islam del siglo XX, conocido por su comentario del Corán Hak Dini Kur’an Dili («El Corán; el lenguaje de la religión de la verdad»), señala que la traducción debe concordar exactamente con el texto original en términos de carácter explícito e indicaciones, concisión y amplitud, generalización y especificidad, limitación o exclusividad y globalidad, firmeza e idoneidad así como elocuencia y estilo. Por lo tanto, la prosa o la poesía pueden ser traducidas a otra lengua igual de desarrollada que la original a condición de que el traductor esté bien versado en los matices de ambas lenguas. No obstante, dicha traducción es apenas viable para un libro, que además de su diversa exquisitez literaria, su vigor y su exuberancia, va dirigido a la mente, el corazón, el alma y a todos los sentidos. ¡¿Y qué sucede cuando el libro a traducir se trata de la obra de Dios, que es superior a cualquier otro Libro Divino o humano, que posee dimensiones que transcienden el espacio y el tiempo y que está dirigido a todas las épocas?! …

El Corán es, en palabras de Bediüzzaman Said Nursi, el Intérprete Divino del Libro de la Existencia; la voz y el aliento de las leyes de la creación, el verdadero intérprete de las cosas y de los acontecimientos colmados de múltiples significados; un sincero expositor de este mundo y del Más Allá; el revelador del tesoro de los Nombres Divinos ocultos en los Cielos y en la Tierra; la llave misteriosa de los misterios que moran más allá de todas las cosas; el sencillo lenguaje de lo que está más allá de lo manifestado en este mundo; el Sol, el fundamento y la geometría del mundo espiritual del Islam; el mapa sagrado que explícitamente presenta los mundos del Más Allá con las líneas claramente trazadas; la voz y el más claro intérprete de la Esencia, los Atributos y los Nombres Divinos; el maestro más fidedigno de toda la humanidad; el aire, el agua y la luz del mundo islámico y la Palabra del Ser Ensalzado y Majestuoso, Quien es el Creador y Dueño de todos los mundos, Su decreto y Su discurso.

Esto no significa que el Corán no puede ser comprendido. Al contrario, y siendo lo más importante de todo, el Corán fue revelado a la humanidad para que fuese comprendido y vivido. Sin embargo, sus frases son tan profundas, poseen tantos significados y su contenido alberga tantas categorías que aunque podamos conocer y entender el significado de cada palabra y el sentido de las combinaciones de las mismas, dejaríamos pasar sin duda alguna muchas de las realidades contenidas en los estilos, las indicaciones, las sugerencias, las connotaciones y los propósitos, de tal modo que no podrían ser reflejados completamente en una traducción.

Soy de la opinión de que cada persona que se acerca al Corán con una mentalidad abierta puede percibir todas las características anteriormente mencionadas, y, por lo tanto, darse cuenta de que su sublimidad y su trascendencia no pueden ser confiadas a una mera traducción. Una traducción puede tener cierto valor en proporción a la erudición, conocimiento, entendimiento y habilidad del traductor. Sin embargo, jamás puede transmitir el Corán en toda su profundidad; por lo tanto ninguna traducción ni ningún comentario o interpretación pueden ser considerados en sí mismos el Corán.

Tafsir y ta’wil

Todos nos hallamos necesitados del Corán por lo que estamos obligados a entenderlo, aunque sea en diferentes niveles de comprensión. Con la intención de penetrar en su esencia y entender el Corán según lo que realmente es, aquello que esencialmente lo caracteriza, debemos estudiar el Corán siguiendo una exposición exhaustiva (tafsir) realizada de acuerdo con la metodología de la ciencia de tafsir por doctos eruditos. No debemos limitar su contenido, que es tan extenso como todos los mundos, a causa de nuestro nivel de conocimiento, saber y percepción inadecuados.

Tafsir es una exposición que acarrea el esfuerzo de reflejar el contenido de un texto. Un tafsir coránico es una exposición de la Palabra Divina que toma en consideración la gramática, los principios de la elocuencia y las explicaciones del Mensajero de Dios y de las primeras generaciones musulmanas (los Compañeros del Mensajero), así como la exposición iluminada por la luz de la mente y los rayos del corazón. Podemos afirmar que la mayoría de los tafsires llevados a cabo hasta ahora cumplen con esto. Un tafsir en particular puede ser definido según el predominio de una de las características anteriormente mencionadas. Por ejemplo, si el tafsir se halla basado sobre todo en los comentarios y las explicaciones del Mensajero de Dios, a la vez que en las opiniones de los Compañeros, que entendían del mejor modo posible el lenguaje de la época, entonces se trata de un «tafsir basado en las Tradiciones o el conocimiento transmitido (por el Mensajero y sus Compañeros)» (at-tafsir ar-riwayah). Un «tafsir basado en conocimiento experto» (at-tafsir ad-dirayah), por otra parte, es una exposición basada, además del conocimiento transmitido, en el estudio directo o indirecto de la lingüística, la literatura y otros campos relevantes de la ciencia.

En los primeros tiempos del Islam, el Corán era comentado principalmente recurriendo al propio Corán, siendo la Sunna la segunda fuente de su comentario. Las explicaciones del Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, eran siempre la fuente más fidedigna de la que sacaban provecho los Compañeros. La mayor parte de los Compañeros tenían un buen dominio del lenguaje, por lo que no tuvieron que afrontar demasiados problemas. Los temas que precisaban de explicación, ora eran relatados al Profeta, ora aclarados por el Profeta en persona sin que se lo requiriesen.

En épocas más tardías, fueron compuestos grandes volúmenes que reunían tales declaraciones, explicaciones y exposiciones, esfuerzo realizado inicialmente por algunos Compañeros. Un generoso legado fue dejado por los Tabi’un (la generación de musulmanes que sucedió a los Compañeros) para los siglos venideros. Eruditos verificadores, como Muhammad Ibn Yarir at-Tabari, hicieron gran uso de esta herencia a partir del S. X en adelante. Junto a las explicaciones del Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, las compilaciones integradas por los informes de los Compañeros y las dos generaciones que les sucedieron han constituido siempre una fuente digna de confianza para los eruditos.

Az-Zamajshari, erudito de los mu’tazila y maestro de la lengua, es considerado uno de los pioneros del «tafsir por medio del conocimiento experto» en virtud de su obra al-Kashshaf («El Descubridor»). La obra de Fajru’d-Din ar-Razi, Mafatih al-Ghayb («Las Llaves de Lo Oculto»), es una de las voces más poderosas del pensamiento sunnita en el tafsir, y se le considera uno de los representantes más grandiosos de esta tradición. La obra de Baydawi Anwar at-Tanzil wa Asrar at-Ta’wil («Las Luces de la Revelación y los Misterios de su Significado») es uno de los eslabones fundamentales en la cadena de tafsires. Esto es especialmente significativo, ya que contiene respuestas a los pensamientos y consideraciones mu’tazilitas de Zamajshari.

Los siglos posteriores presenciaron un número de obras y estudios de tafsir dentro del marco del sufismo y la jurisprudencia islámica. Ebu’l-Lays as-Samarkandi, Baghawi, Ibn Kazir, Yalalu’d-Din as-Suyuti, Ebu’s-Suud, Kemalpaşazade, İsmail Hakkı Bursevî, Alusi al-Baghdadi, Konyalı Vehbî y Allame Hamdi Yazır son algunas de las distinguidas figuras que han preservado esta sagrada tradición.

La mayor parte de estas figuras y otras más han prestado suma atención a sus exposiciones. Hicieron todo lo necesario para entender con precisión, por medio de un esfuerzo sobrehumano, los propósitos Divinos contenidos en el Corán. Estudiaron cuidadosamente palabra por palabra cómo los Compañeros, quienes fueron los primeros seres humanos a los que se dirigió el Corán, entendieron e interpretaron el Libro Sagrado. Sus estudios coránicos estaban basados en los fundamentos de la Religión, así como contrastaron sus opiniones personales con las disciplinas de estudio del Corán y la Sunna auténtica. Por lo tanto, descartaron fragmentos de información que habían sido presentados por los enemigos del Corán en forma de comentarios y explicaciones. Sus esfuerzos constituyeron maravillosas proezas gracias a las cuales podemos entender mejor la Voluntad de Dios.

Son también dignas de mención las reflexiones de Hamdi Yazır respecto al tafsir: Tafsir, dice este sabio, es abrir algo que está cerrado y darlo a conocer, por lo tanto un tafsir coránico es el esfuerzo de dar a conocer los significados de la palabra de Dios de acuerdo con Su voluntad.

El Corán es un libro único e incomparable, en virtud de su redacción escrita y significados de ilimitada profundidad, que provee lo que le corresponde a todo el mundo en cada época. Se dirige al mismo tiempo a distintas eras, a diversas naciones y a gente de niveles intelectuales diferentes. Es un libro de sabiduría fácil de entender por sus lectores, a pesar de que contenga tantos aspectos encubiertos, difíciles, concisos o sucintos, como aspectos metafóricos o alegóricos. La profundidad y el secretismo de los tres primeros aspectos pueden ser revelados a través del acuerdo de los estudiosos, mientras que el cuarto aspecto queda confiado a la interpretación y al comentario de los estudiosos verificadores versados en la ciencia, que se adhieren fielmente a las bases del Corán y el Islam, y poseen la capacidad de entender lo que es figurado y alegórico.

Aunque prácticamente cada persona que conoce su lengua puede entender algo del Corán, una comprensión verdadera e integral del mismo puede ser alcanzada tan sólo por estudiosos versados en la exposición y los comentarios que hayan alcanzado el nivel de conocimiento necesario y correcto. Estos expertos toman en consideración las reglas lingüísticas y prestan la atención necesaria a la metodología del tafsir en lo referente a entender lo velado, difícil u oscuro. Ponen en práctica inagotables esfuerzos de reflexión, contemplación y meditación para poder lograr una comprensión correcta del Propósito Divino o lo que Dios ha dado realmente a entender. Recurren a las explicaciones del Mensajero de Dios para elucidar los versículos concisos (muymal) y exploran las profundidades del conocimiento transmitido con conocimiento experto, y viceversa. A través de la historia, los comentaristas y expositores genuinos han seguido siempre esta misma trayectoria.

En cuanto al ta’wil («comentario»), significa remitir una palabra, una actitud o una acción a uno de sus posibles significados o explicarla con estos últimos. Algunos han definido ta’wil como la explicación de las palabras y las acciones de modo contrario a lo que la razón juzga superficialmente. Dicho de otro modo, es también posible decir que ta’wil significa explicar algo leído, visto u oído de un modo diferente a lo que viene a la mente en primer lugar y con un conocimiento racional que no es de comprensión inmediata. Imam Abu Mansur al-Maturidi establece una distinción, señalando que tafsir es la explicación del Corán llevada a cabo por los Compañeros, y ta’wil hace referencia a los comentarios y las interpretaciones realizadas por los Tabi’un y las posteriores generaciones.

Ta’wil proviene de la raíz AWL y debido al hecho que implica la preferencia de uno de los significados probables, sería incorrecto proponer significados que no están de ninguna manera relacionados con la narración del Corán, en su condición como tafsir o ta’wil.

Es asimismo esencial que haya algún indicio que proporcione evidencia para el significado propuesto, o una prueba racional o transmitida que apoye la idea propuesta. Sería incorrecto atribuir diversos significados a palabras u oraciones sobre la base de lo «figurativo» o lo «alegórico» sin un indicio o prueba, haciendo caso omiso del significado aparente de la palabra o la oración. En cualquier caso, tal atribución de significados no tendría ningún valor real.

El resultado o producto final del ta’wil se denomina me‘al (interpretación). Podemos definir esto como la preferencia de uno de los significados. Una interpretación coránica no es ni una mera traducción ni tampoco un tafsir. Una interpretación puede incluir puntos o asuntos que típicamente se encuentran en un tafsir,; sin embargo, no se extiende más allá de ese marco.

Desde los primeros siglos del Islam, junto a numerosas traducciones de excelente o ínfima calidad, ha habido y habrán muchas interpretaciones y tafsires. Celebramos todos los sinceros esfuerzos realizados para expresar el espíritu del Corán y para revelar el Propósito Divino. Nos congratula, en particular, los esfuerzos que no ignoran el paso del tiempo, los aspectos del contenido y los significados coránicos que les dirige a cada parte del tiempo así como las circunstancias que prevalecen en cada era y contexto, los propósitos esenciales de la Ley Religiosa y sus esfuerzos, a los que se adhieren conforme al espíritu del Corán y a la Sunna auténtica; los pensamientos enriquecidos con el paso del tiempo y con el progreso de la vida humana; y los nuevos descubrimientos y logros en el campo de las ciencias y el pensamiento humano.

Acerca de este estudio de interpretación

Aprovecho esta oportunidad, para expresar mi más sincero agradecimiento a los servicios prestados por Ali Ünal en beneficio del Corán, con la esperanza de que pueda seguir elaborando otros muchos trabajos.

Personalmente considero a este estimado hermano una de esas personalidades que mejor pueden entender los tiempos que vivimos, que busca soluciones a los problemas contemporáneos, alguien lleno de amor por la verdad y el anhelo de saber. Un gran número de personas hoy en día estudia el Corán e intenta desvelar los Propósitos Divinos del mismo modo que lo hicieron los precursores (los Compañeros). Sin duda alguna, Ali Ünal es uno de ellos. Sobre todo, no le es desconocido el Mensaje del Corán y, con seguridad, expreso mi confianza en su enfoque global de los temas islámicos. Es un intelectual que se desafía a sí mismo con frecuencia y rebosa valentía para expresar su creencia con confianza. Su perseverancia en pos de obtener la verdad en asuntos religiosos, la importancia que otorga a la consulta, su preocupación para evitar obrar mal y su buena disposición a enmendar el error son indicios de su proximidad al Señor Todopoderoso.

Él nunca ha alegado que su obra sea la mejor interpretación existente del Corán. De hecho, nadie debe proclamar tal afirmación. Sus esfuerzos y servicios por el bien del Corán, así como los de sus predecesores y sucesores que le han seguido y le seguirán, son proporcionales a su conocimiento, sinceridad, así como el favor y la ayuda de Dios.

En este estudio, ha prestado cuidadosa atención a las disciplinas de la metodología del tafsir, como hicieron muchos otros comentaristas contemporáneos, y ha contestado a las críticas de todos esos hipócritas que guardan incesante animosidad al Islam así como ha ofrecido una respuesta a un gran número de furibundos pendencieros. Sus respuestas son atinadas y, en ocasiones, recurriendo a interpretaciones y comentarios contemporáneos, ha expresado aspectos importantes mediante el lenguaje actual. Siempre se ha puesto del lado del Corán con sinceridad y sin pretensiones. A la hora de expresar sus opiniones es humilde, pero a su vez determinado e insistente, está resuelto a alcanzar la verdad; mas siempre mostrándose abierto a la corrección.

En su interpretación, ha consultado una variedad de fuentes sunnitas y chiítas, tanto clásicas como contemporáneas. En modo alguno contemplo esto como algo opulento, sino más bien como un esfuerzo dirigido a encontrar una deducción o comentario que merezcan la pena, los cuales hayan podido ser inspirados por Dios Todopoderoso. Motivado por la idea de que «la sabiduría es la propiedad perdida del creyente, por lo que el creyente ha de obtenerla dondequiera que se encuentre», Ali Ünal se ha propuesto como objetivo presentar, para beneficio de todos, cualquier verdad que esté en conformidad con los fundamentos del Islam.

Junto con los requisitos mencionados para un buen tafsir, ta’wil y me‘al (interpretación), la ayuda o el favor especiales de Dios son incomparablemente importantes a fin de descubrir Sus propósitos y lo que Él quiere decir en Su discurso. Sin este favor, nada puede ser realmente descubierto, comprendido o expresado. En mi humilde opinión, Ali Ünal ha realizado el máximo esfuerzo para entender el Corán correctamente y hacerlo comprensible para nosotros. Está dotado con el deseo y la diligencia necesarios para llevar a cabo las investigaciones precisas a fin de contestar cualquier acusación pasada o nueva así como cualquier objeción hecha contra el Islam, en vista de los esfuerzos efectuados por un grupo positivista con miras a reducir cada realidad a una mera experiencia y observación material, su confianza y certeza en la Palabra de Dios es tal y como han de serlo en un creyente. Sin embargo, todas estas actitudes y cualidades positivas adquieren valor a través del favor y la ayuda Divinas, por lo que esperamos que todo lo escrito y expresado aquí haya sido realizado a través de esta ayuda y favor.

Varios libros han sido escritos acerca de la interpretación y el comentario coránico, a la vez que se han abordado en varias ocasiones las objeciones al Corán y a algunos de sus contenidos. Y un gran número de interpretaciones y comentarios continuarán asimismo siendo realizados en el futuro, del mismo modo que otras tantas nuevas objeciones serán contestadas; y quizás esto continué hasta el fin de los tiempos. ¿Cuántas nuevas dudas se crearán en torno al Corán? ¿Cuántas veces más las mentes estarán expuestas a la corrupción? ¿Qué nuevas e inimaginables conjuras volverá a urdir Satán, nuestro eterno enemigo, contra los creyentes débiles? ¿Qué nuevos argumentos, desconocidos hasta hoy, volverán a esgrimir los diablos de los humanos y los genios («yinn») para tentar a la humanidad? ¿Cuántas veces más incitarán la sospecha con respecto a nuestros valores, soliviantando y alborotando a la gente? Siempre ha existido tal animosidad y continuará siempre existiendo. Afortunadamente centenares de personas como Ali Ünal, dotadas de gran entusiasmo para servir a la Religión, siempre les harán frente, explorando nuevas profundidades en ese Libro de nobles verdades y esforzándose en interpretar la Palabra Eterna la cual tienen en gran estima. Las perniciosas organizaciones de Satán y sus compañeros siempre serán desafiadas por los compañeros del Corán.

La Interpretación que se halla en sus manos se puede considerar como el resultado de los esfuerzos mencionados anteriormente. En ciertos puntos, la obra va más allá de los límites de una mera interpretación con el fin de incluir respuestas a las dudas propuestas por algunos contradictores, ciertos orientalistas así como sus ignorantes imitadores, y proporciona satisfactoria información para disipar las dudas en algunos corazones por medio de reiterativas referencias al invencible poder del Corán.

Los elementos fundamentales del Corán que están constantemente enfatizados en esta obra son: la Unidad de Dios (Tawhid), la Misión Profética (Nubuwwa), la Resurrección y la veneración (junto con la justicia); y son tratados de acuerdo con el enfoque de Bediüzzaman Said Nursi. La esencia de la fe y las maneras en las cuales ésta prospera son traídas frecuentemente a colación, junto con asuntos referentes al espíritu y al significado de la veneración.

La obra presenta a su lector una gran cantidad de nuevo material sobre la fe, la incredulidad y la hipocresía, así como sobre los antiguos y nuevos representantes de estas actitudes. La Sura al-Baqara (La Vaca) es estudiada en el marco de un voluminoso tafsir que profundiza en la historia de los Hijos de Israel y en asuntos referentes a la guerra y la paz. La verdad de Jesús y Al ‘Imran (La Familia de ‘Imran), los derechos de las mujeres y asuntos relacionados con lo permitido y lo prohibido son asimismo ampliamente expuestos. El Paraíso, el Infierno y el mundo intermedio son descritos con ejemplos llenos de sabiduría. Las respuestas proporcionadas a las ideas distorsionadas son acertadas y están basadas en conocimiento preciso. Está claro que se han realizado serios esfuerzos para descubrir los ejemplos de sabiduría en los relatos. Asuntos como el Viaje Nocturno y la Ascensión del Mensajero de Dios, los Compañeros de la Cueva, la amistad de Moisés y al-Jidr así como de las campañas Dhu’l-Qarnayn son todas estudiadas detalladamente y de un modo que puede hallarse en los tafsires. La obra en conjunto da la impresión de como si Ali Ünal hubiese intentado condensar el contenido de los tafsires y comentarios coránicos en un solo volumen de interpretación.

Es imposible citar todos los destacados aspectos de esta obra, pero ofreceremos algunos ejemplos de los últimos capítulos.

En la Sura al-Mulk («la Soberanía») el cuarto versículo se interpreta al estilo de Bediüzzaman, susurrando a nuestros corazones muchas cosas que van más allá de una interpretación normal y corriente. Señala: «El arte perfecto en la creación a pesar de la abundancia, el orden perfecto a pesar de la facilidad absoluta, la perfecta medida, la proporción y firmeza a pesar de la increíble velocidad, la perfecta individualización a pesar de la distribución mundial, el precio más elevado y la mayor economía, la perfecta distinción a pesar de la integración y la semejanza absolutas; todo ello señala al Uno, Único Creador y Señor, Quien tiene Voluntad, Poder y Conocimiento absolutos».

Otro ejemplo se halla en una nota a pie de página relativa al primer versículo de la Sura al-Insan («el ser humano»): «La humanidad es el fruto del Árbol de la Creación y por lo tanto contenía su semilla. Por lo tanto el Árbol de la Creación se ha originado de la semilla de la humanidad. En otras palabras, tal y como un árbol es la forma crecida o desarrollada de su semilla, la humanidad porta en su cuerpo y en su ser la naturaleza así como todos los elementos originales de otros seres existentes. El significado que una semilla posee con respecto a un árbol, la humanidad lo tiene con respecto al Universo. La ciencia debería concentrarse en este punto mientras investiga de qué manera la vida comenzó sobre la Tierra y cómo se originó la humanidad».

Existen referencias a descubrimientos científicos modernos, y se nos proporciona tanto conocimiento como pueda ser encontrado en un tafsir. Por ejemplo, el informe de 1993 de la Organización Internacional de Meteoros hace referencia al quinto versículo de la Sura al-Mulk: «La lluvia de meteoros de las Perseidas que aproximadamente observamos todos los años sugiere que son arrojados con motivo de unos propósitos definitivos e importantes, puesto que sorprenden a los observadores al desplegar una gran diversidad. Las observaciones efectuadas por ejemplo, en 1993, demuestran el hecho de que la estructura de la lluvia todavía no es muy conocida». Tales versículos son trascendentes fuentes de conocimiento, pero es difícil señalar que hayan podido sernos de provecho en algún momento.

Los versículos metafóricos o alegóricos se interpretan en el marco y el entendimiento del enfoque sunnita, sin embargo, su naturaleza exacta remite al Conocimiento de Dios Todopoderoso. Por ejemplo, el versículo 16 de la Sura al-Mulk se interpreta de la siguiente manera: Y aun así, ¿estáis seguros de que Él que está por encima de todas las cosas no hará que la Tierra os trague a continuación, cuando ésta se halle en un estado de conmoción?

En muchos casos, y a diferencia de otras obras similares de interpretación coránica, ésta presenta significados más allá de las palabras y las frases sugeridas por el contexto así como el Corán en su conjunto. A pesar de que esto exige numerosas explicaciones entre paréntesis insertadas en el texto, se espera que tanto el significado como el contenido sean dados a conocer mejor al lector. El versículo 18 de la Sura al-Qalam es un ejemplo entre otros muchos: No hicieron concesión alguna (en sus juramentos, olvidándose de los derechos de los necesitados y de la Voluntad de Dios).

En la Sura al-Yinn (Los Genios) el versículo 72:18 es interpretado así: Todos los lugares de la veneración (y todas las partes del cuerpo con las que uno se postra) son para Dios, la veneración es toda debida sólo a Él, por consiguiente, no veneréis a nadie junto a Dios. La interpretación de la Sura al-Muzzammil («El Envuelto en la manta») 73:4 es: O añádele (un poco); y reza y recita el Corán con calma y de manera clara (con tu mente y corazón concentrados en ello). Hay muchos otros ejemplos, pero estos pocos son suficientes por ahora.

El autor cita a veces directamente a grandes comentaristas del pasado, prefiriendo su modo de entender al suyo propio. Por ejemplo, interpretando el versículo 17 de la Sura al-Haqqa (La Realidad Segura), proporciona información importante transmitida por Hamdi Yazır que a su vez proviene de Ibn Arabi y otros, respecto a los ocho ángeles que portan el Trono de Dios Todopoderoso.

El autor se posiciona firmemente en varios puntos en donde otros suelen especular y en dichos aspectos intenta prevenir que se den comprensiones tergiversadas. Por ejemplo, en el versículo 17 de la Sura an-Nuh: Y Dios os hizo brotar de la Tierra tal como una planta, da la siguiente explicación como nota a pie de la página: «El versículo hace referencia al origen del padre de la humanidad a partir de elementos como la tierra, el aire y el agua y también al origen material de todo ser humano, los cuales son los mismos elementos que constituyen las entidades biológicas particulares del cuerpo humano. Tal y como Elmalılı Hamdi Yazır indica, la palabra “nabatan”, que aparece al final del versículo como complemento adverbial de “crecer”, se refiere de manera particular a la creación y el crecimiento humanos. Así pues, no hay lugar para inclinación alguna hacia la teoría darvinista de la evolución».

La obra enfatiza el papel que desempeñan los asbab an-nuzul (razones y ocasiones de la revelación de los versículos) en la comprensión del Corán, pero nunca limita a ellos la interpretación del mismo. Puede tratar muchos asuntos desde diversas y mucho más amplias perspectivas sin desviarse de las reglas de la metodología del tafsir. Por ejemplo, esta obra sugiere otras consideraciones plausibles en la interpretación de los versículos iniciales de la Sura al-Abasa (Frunció el Ceño).

Creo personalmente que el lector se beneficiará de esta interpretación del Corán, por lo menos en la misma medida en que saca provecho de las otras. Le pido a Dios que el esfuerzo dedicado a esta obra llegue a ser un medio para alcanzar las bendiciones Divinas y pido el perdón a Dios Todopoderoso por nuestros errores y faltas.

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